Soy un Putero
Tengo 46 años, vivo en Barcelona y me considero lo que vulgarmente se llama un putero. Tuve mi primer contacto sexual a los 17 años. Desde entonces no he parado. A los 22 años hice a una prostitua el cunilingus, o sea comerle el coño. Lo he repetido muchas veces. Pero sin demasiado éxito de cara a la mujer.
Hasta que hace unos tres años, en el barrio barcelonés de Sarria, una chica de Bilbao me enseñó cómo debía realizarlo para que resultase de lo más eficaz. Ella se sentó en una silla, yo me puse de rodillas y me metí entre sus muslos. Practicando una especie de buceo, con el control de la respiración a buen ritmo y la lengua por delante, obtuve unos desenlaces fabulosos. Pues ella consiguió dos orgasmos seguidos.
Para mí significó un doble triunfo, pues fue la primera vez que comprobaba que era capaz de proporcionar placer a una mujer. Ya no paré de ligar y de repetir con las mismas tías.
—¡Chico, me has dado más gusto que ningún otro hombre! ¡Vaya forma de comerte mi chumino: pensé que tenías algo de caníbal; pero, al final, no sólo me lo has dejado intacto, sino que con tanto orgasmo parece como si se hubiera fortalecido!
Pero lo mejor me sucedió el otro día. Estaba trabajando en casa, sin haber salido durante toda la semana, por lo que el viernes me dijo que debía aprovecharme a fondo de mi suerte. Compré el periódico y leí la página de contactos. Empecé por una casa de relax. Allí encontré dos chicas, una sudamericana de 45 años y otra española. Pero esta última no quiso saber nada de mí, pues era lesbiana y se negaba a que los hombres le comiesen el coño.
Después de trabajarme a la sudamericana, hasta el punto de que le proporcioné dos orgasmos, ésta llamó a sus amigas y las convenció de que yo era un campeón de la «bajada al pilón».
—¡Nadie me lo había hecho como tú, ni siquiera las cien mujeres con las que he tratado! — reconoció la española que antes me había rechazado.
Se sentía tan satisfecha con mi labor que hasta me permitió que la follara por delante, incluyendo una eyaculación bastante abundante. Luego, me fui a comer. Pero volví a la casa de relax, dispuesto a continuar la faena. Me encontré con dos chicas de 23 y 25 años respectivamente. Hablé con ellas y se lo propuse. A Raquel se lo hice a la primera, mientras Carmen se quedaba como espectadora.
La cosa funcionó con ambas; pero, he de resaltar que la última se quedó loquita, gritando hasta reventar los pulmones y dejándose deshacer en unas «corridas» que parecía como si se estuviera meando. Luego, se empeñó en que la diese otra ración. Como es algo que me gusta, me hice rogar un poco y, al final acepté sus pretensiones.
Me fui de allí para entrar en otro piso de las mismas características, donde fui a encontrarme con una chavala de 38 años. Mi triunfo se repitió, y ésta me entregó una tarjeta para que fuera a verla particularmente.
Por la noche me bajé a la zona vieja de Barcelona, y allí pesqué a una tía de Tánger de 35 años. Le proporcioné la satisfacción total, o sea, dos orgasmos de bandera. Ya me sentía más que complacido. Pero todavía me llevé a una catalana de 37 años, a la que concedí todo el tiempo que quiso. Lo que nos permitió llegar a los tres orgasmos. Por cierto, que a esta moza yo la conocía de vista, pero nunca se me había ocurrido irme con ella. Lo corregiría en las siguientes fechas, pues había merecido la pena lo que me dio y lo que yo le brindé.
En la madrugada tuve el valor de irme con la octava, a la que también hice correrse comiéndole el coño. Pienso que mi mérito es que me atrevo a algo que no hace nadie. La mayoría de los hombres desean meter la polla en el chumino de una prostituta, pero jamás introducirían su lengua y menos para fabricar una mamada en toda regla. ¡De ahí mi mérito y mis éxitos!
Es posible que no me creáis. Pero aquel día conseguí que ocho rameras se corrieran gracias a mis habilidades con el cunilingus. Ahora estoy convencido de que no habría mujeres frígidas si los hombres supiéramos «bajarnos al pilón». Yo me he convertido en catedrático en esta materia, como un buen putero. Invito a todos los lectores de «milRelatoseroticos.com» a que me imiten. ¡Seguro que me lo agradecerán!
JOSÉ - BARCELONA
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