Deseo imposible
Cuando me marché de la casa de mis padres para ir a vivir con mi hermana, contaba yo con dieciocho años; Era entonces una chica de pueblo, decidida y con mucha experiencia sexual. Había tenido contactos con muchos chicos y me gustaba el baile, la risa y la amistad.
La historia de mi hermana me tenía más que intrigada ya que ella había hecho una carrera universitaria luego de la cual se había casado con un hombre de fortuna en la más absoluta intimidad. Su mundo me resultaba desconocido y fascinante. Durante todo el viaje en tren no hice otra cosa que pensar en cómo viviría Merche.
Pero a pesar de que su casa y los objetos que allí había me deslumbraron, lo que verdaderamente me atrapó fue el aspecto de mi cuñado. Mi corazón de golfilla quedó impresionado por aquel hombre, que parecía ser exactamente lo que yo consideraba el «ligue ideal», al menos en su físico.
A medida que transcurrieron los días pude comprobar que también su modo de comportarse coincidía con lo que creía que debía ser el hombre ideal. Era amable, educado, simpático y seductor. Lentamente me fui enamorando de él, casi sin tener conciencia de ello.
Tanto mi hermana como mi cuñado trataban de no dejarme fuera de sus reuniones, fiestas y salidas. Pronto nos convertimos en un trío divertido, aunque yo reconocía que si bien nos tratábamos como hermanos, en mí se estaba gestando algo muy diferente del amor fraternal con respecto a mi cuñado... ¡Vamos, me lo quería «follar» lo antes posible!
Javi acostumbraba a pasar su brazo por el hombro de mi hermana; y, luego, comenzó a pasármelo también a mí. Ese gesto natural para ellos, a mí me ponía la pipa gordísima.
En cuanto a la relación de Merche y su marido, había algo que enturbiaba la atmósfera. Yo no alcanzaba a comprender entonces por qué no podían ser completamente felices y me devanaba los sesos pensando en lo que les podía suceder.
Por otra parte, Javi es un fanático del cine. Como su trabajo no le deja mucho tiempo para asistir a las salas de proyección, tienen un video en el que mira películas hasta altas horas de la madrugada.
Mi hermana y yo nos quedábamos con él muchas veces y otras le dejábamos solo. También solía ocurrir que, en medio de la película, mi hermana se levantaba y se iba a su dormitorio. Por tanto, resultaba muy común que los dos estuviéramos solos frente al aparato.
Su brazo en mi hombro era una rutina para él, que a mí me tenía borracha de excitación. Una noche, casi por casualidad, nuestros cuerpos se fueron acercando más que de costumbre. Las mejillas pronto quedaron unidas y el gesto que hizo que nuestros labios se encontraron surgió por parte de ambos...
¿Cómo fue posible si yo respetaba a mi hermana, hasta el punto de haberme arrancado el clítoris antes de «ponerle los cuernos»? Supongo que se debió a la electricidad sexual. Eramos iones positivos en una misma masa, que sin quererlo habían acabado por fundirse... ¡Para generar esa especie de explosión!
Hasta entonces yo me tenía por una chica caliente, cariñosa y nada calculadora. ¡Pero que adoraba a su hermana más que a nadie en este mundo! A pesar de haber follado con tantos chicos, con algún «tortilleo» de escasa importancia —sólo por ver de qué iba eso—, había procurado controlar mis impulsos dentro de la casa de mi cuñado. Era yo una ninfómana con un voluntario «cinturón de castidad» que, de pronto, se había ido al infierno o al paraíso.
A pesar de lo cachonda que aquel beso me había puesto, mi felicidad no era completa. No quería dañar a mi hermana, a quien consideraba y considero una persona excelente e indigna de una situación desagradable y menos aún causada por mí. Sabía que si nos descubría destrozaríamos su corazón.
Por más que queríamos evitar esos besos y caricias a escondidas, éstos cada vez eran más intencionados y frecuentes... ¡Menudos golfos estábamos hechos «el Javi» y «la Pili», que soy yo! A pesar de ello, mi mente aún se debatía entre lo que me engordaba la pipa y el respeto que aún sentía hacia mi hermana.
Cuando este sentimiento me hizo un lío, una pelota en el coco que no había forma de que me desapareciera, se lo conté Javi. Hablábamos largamente. Acordamos que procuraríamos no vernos más a solas. Sin embargo, mientras nos cruzábamos infinidad de promesas de acabar con aquello, nuestros ojos compenetraban más y más y la unión de las bocas resultó imposible de frenar... ¡También la corrida de mi cuñado!
Mis manos acariciaron su cabello, queriendo calmarlo. Eramos amantes, ¡sin haberlo podido evitar! ¡¡Y en un sentido total!! Pero nuestro primer encuentro estaba a punto de resultar una pequeña tragedia, por el simple hecho de que yo le había metido la lengua en la boca y le había apretado los genitales con la rodilla, desencadenando una rápida corrida...
—¿Por qué has estado fingiendo, Pili? —me preguntó, bastante cabreado— Para tu hermana eres una chica normal... ¡Cuando acabo de comprobar que eres más larga que.....!
—¡Vamos, dilo! ¿Verdad que me ibas a llamar «puta»? ¡Cierto! ¡Pero sólo de ti, y sin cobrarte!
Yo había ido acompañando cada una de mis palabras con una caricia, buscando su vientre, la polla flácida que se ocultaba debajo del batín, y la espesa lambrera genital.
Nuestras bocas se fundieron con una presión inusitada, nuestras lenguas tardaron en encontrarse. Javi retrasó en exceso la apertura de sus labios. Después, se desnudó de reparos infantiles, lo mismo que dejó caer el batín. Cuando yo le tuve completamente desnudo, le acaricié el tórax, las tetillas, el duro vientre y la zona alta de las ingles.
Acto seguido, me dediqué a recorrer con la lengua todo lo que antes había marcado con la presión de mis dedos. Sin parar hasta que sentí que su piel adquiría una gran calentura y su garganta liberaba unos leves gemidos. Y la polla, ¡esa amorosa aliada!, empezaba a entrar en erección. La saludé con un ligero apretón de manos, y toqueteé los cojones y las raíces del escroto.
—Ya vuelves a estar en forma... ¿Qué deseas ahora, cariño? ¿Puedo besarte aquí, en la puntita de mi «fiel amiga»? Seguro que te va a gustar...
—Preferiría ser yo el que me bajase a tu coño... ¿Te importa?
—¿Cómo? ¡Si lo he estado deseando desde que pusiste tu brazo sobre mis hombros hace más de cuatro meses! Lo consideraré la auténtica prueba de que mi experiencia ya no constituirá una barrera entre tú y yo... Por favor, no quiero dramatizar... Estoy cachondísima y necesito ser follada por ti... ¡Mi coño te pertenece, es tu esclavo, y quiere verse sometido por tu polla!
Javi tragó saliva, como si vacilara antes de dar un paso tan importante. Al fin, se alargó sobre el sofá, cogió mis muslos entre sus manos y descendió la cabeza.
Yo busqué la posición del sesenta y nueve para tomar la polla con mi boca.
—¡Este «pajarrón gordito» requiere mis cuidados, para que remonte su vuelo más alto! Se encuentra en buenas condiciones, ¡pero le haré crecer!
La vida pareció hallarse concentrada en mi boca. Y mi cuñado cerró los ojos, disfrutando de la seguridad de que estaba sabiendo retener la eyaculación. Nunca creyó que pudiera aguantar tanto. Y a medida que mi boca le abarcaba el capullo, le lengüeteaba el prepucio... ¿No era aquello una forma de follar en mi boca?
Me coloqué de lado en el sofá, cogí la polla con mi mano derecha y tiré de ella delicadamente. Pero tuve que esforzarme, gracias a que «la inteligente aliada» conocía el camino, y materialmente se introdujo sola. Unos leves apretones con mis músculos vaginales me sirvieron para proporcionarle alojamiento, y di comienzo a las acciones de balanceo.
Mientras, Javi marchaba por buen camino, ya que estaba titilando mis pezones. Además, su poderosa lengua se hallaba cargada de electricidad, y se dedicó a propinar una serie de chispazos en cada una de mis tetas, yendo de una a la otra con pasadas envolventes.
—¡Tienes más sal en tu cuerpo que si acabaras de salir de la mar, «sirena mía»...! —susurró mi cuñado, con la garganta llena de saliva porque se estaba dando un banquetazo— ¡Tu piel posee el mismo sabor que he encontrado en tu coño, aunque más atenuado... ¡Qué delicia! ¡¡Te estaría lamiendo toda la vida... Hasta desgastarte!! ¡¡Cómo te deseo, Pili!!
—¡Javi, Javi de mi corazón... Seguro que tienes el capullo de oro... Cómo me estás poniendo...! ¡Me corrooo... Has llegado al fondo, a ese punto que sólo alcanzan los campeones... ¡¡Se me va la cabeza... Mmmmmhhh... Qué mareo más delicioso... Mmmmhh... Qué flojita me quedooo... Soy toda tuyaaaa...!! ¡¡Tu esclava...
—No es mío el mérito... Has sido tú al colocar mi polla en tu regazo, para que adquiriese confianza. Unido a la seguridad de que podría servirte mejor de lo que he hecho al principio! ¡Y la llave definitiva, la que ha abierto la puerta de mis audacias, ha sido el mamarte el coño...!
Junto a sus últimas exclamaciones, surgió en la columna vertebral de mi cuñado la convulsión anímica y nerviosa que puso en marcha el mecanismo de la eyaculación. Pero, en aquella ocasión, no se desarrolló en forma de relámpago.
—¡Me has hecho un hombre nuevo... Me viene algo..., que me va a reventar de felicidad...¡¡No lo aguanto... Me sale un líquido que lo arrastra todo... Yaaa...!!
¡¡Va por ti, Pili... Mi reina, mi cielooo... Mi yooo!
Sin poder resistirlo, Javi se echó hacia atrás, bajo la explosión, y unas gotas de esperma se desparramaron por mis ingles. El riego se prolongó por espacio de casi un minuto, porque él no paró de cimbrear la polla hasta que soltó la última sustancia.
Tuve que sujetarme en uno de los posabrazos del sofá con las dos manos, para recuperar el aliento. Mi cuñado acusó la eyaculación como una «pequeña muerte», cuya gozosa agonía le estaba permitiendo creerse un hombre diferente: el amante idóneo para una mujer tan experta como yo.
—¡Está deliciosa tu leche!
Mejor diré «nuestra» leche exclamé, recogiendo unas gotitas con las yemas de los dedos para llevármelas a los labios. - Densa, ligeramente ácida y llena de vitaminas... ¡Un manjar que no me cansaría de repitir!. Así que apúntate mis deseos, porque voy a ser muy exigente en este tema!.
No dejé nada en el tintero de los prejuicios, porque sabía cuáles eran mis posibilidades y quería superarme con cada polvo. ¡¡PERO ALLÍ HABÍA GRAN INCONVENIENTE!!
Un «gran inconveniente» que apareció en la misma puerta, con la bata puesta y un montón de rulos en la cabeza... ¡Además, llevaba los brazos alargados y las uñas en posición de ir a clavarlas en alguien! ¡Sus ojos echaban chispas y le salía una espumilla por la boca...!
Antes de que se pudiera echar encima de Javi, su marido, yo salté como una loba que defiende su camada. No sé cómo, pero conseguí agarrarla por las muñecas... ¡Y la detuve a tiempo!. Durante unos minutos interminables estuvimos luchando, con los cuerpos tensos y mirándonos fijamente. Igual que esos campeones que se echan un pulso en la mesa de una taberna, sabiendo que se están jugando el orgullo, la fama y la hombría... ¡Pero nosotras estábamos jugándonos mucho más!
—¡¡ERES UNA GRANDÍSIMA PUTA!! —me escupió mi hermana, sin gritar.
Yo era la más fuerte, a pesar de ser la más pequeña. Ella estaba herida por la rabia y a mí me daba resistencia el amor y la seguridad de que la razón se hallaba de mi parte. Por fin, sus dedos se aflojaron y tuvo que soltarme... ¡Para derrumbarse en un sillón, llorando y destruida!
—¿Por qué me habéis he esto, Pilar? ¡Has venido a destrozar mi matrimonio! ¿Cómo no te das cuenta de que tu deseo es imposible...? ¡¡JAVIER ES MI MARIDO!!
—¿Por qué? ¿Acaso en base a que así lo dicen unos documentos oficiales? ¿Cuánto hace que no follas con él...?
—¡No emplees ese vocabulario ante mí! ¡Soy una señora mientras que tú eres una furcia - Una «robamaridos».
—De acuerdo, te lo diré más fino. Me extrañó vuestra relación matrimonial desde el primer día que entré en vuestra casa... «¿Cómo era posible que unos seres humanos sanos, jóvenes y que aparentemente se amaban podían pasarse la noche separados?», me pregunté. Javi viendo películas en el video y tú en la cama... ¡Hermana, reconócelo, eres como mamá: una frígida!
—¡¡NO TE LO CONSIENTO!! ¡Encima te estás atreviendo a insultar el nombre de mamá! —gritó, pero reduciendo el volumen de la voz y sin levantarse, aunque había dejado de llorar.
—¿Puedes explicarme por qué papá se buscó una querida desde el primer año de casado, con la que formó una familia «oculta» de cinco hijos?
—¡Mamá nos tuvo a ti y a mí con papá!
—Porque gozaría de alguna noche de excepción o, ¿quién puede saberlo?, acaso papá se cansó de aguantar y llegó a forzarla.. Yo no he querido herirte, ¡te lo juro! Javi y yo somos seres de carne y hueso. Nos gustamos desde el primer día, ¡y ha tenido que suceder lo inevitable!. Por otro lado, ¿no lo provocaste tú misma al traerme a mí a esta casa y ver cómo tu marido me iba echando el brazo en el hombro, me gastaba bromas y cada vez le agradaba más tocarme y tenerme cerca...? Y te diré más: tú duermes como un tronco desde que eras una cría. Nosotros no hemos hecho apenas ruido; luego, es imposible que te hayamos despertado... ¿Verdad que nos has estado espiando?
Quiero que os imaginéis la escena. Javi y yo estábamos desnudos, manchados de semen — ya reseco— y mi hermana seguía sentada. La dejamos que reaccionase. Alzó la cabeza y, mirándome con esa decisión que siempre le ennoblecía, me dijo:
—Eres una bruja, Pilar... ¡Una bruja hermosa, tentadora y que no se te pierde un solo detalle!. ¡Sí, es cierto, yo te traje aquí para que mi marido se enamorara de ti y te hiciera su amante! Pensé que eso tal vez me forzase a reaccionar... No me gusta el sexo... Quizá sea como mamá, ¡qué se yo! Pero, ¿creéis que me merezco la oportunidad de que me ofrezcáis aunque sea unas migajas de esa pasión desbordante que os acabáis de demostrar?
Hoy día compartimos la cama. Es una de más de tres metros de ancho, que encargamos diciendo que la queríamos para unos tíos muy gordos. Mi hermana participa con nosotros de una forma activa, aunque le cuesta arrancar. Tiene que vernos y sentir una especie de «envidia sana» pero cada vez es más corta su espera. Esto me hace pensar que vamos por el mejor camino para curar su frigidez... ¿Cómo ha podido adquirirla si nunca ha sufrido, que yo sepa, un desengaño amoroso y fue virgen al matrimonio? ¿Acaso es que se hereda? Mi madre sí tenía un motivo, que cualquier psicoanalista le hubiera curado, ya que a los once años la violaron...)
Recibid un agradecimiento anticipado, si es que consideráis oportuno publicar mi relato en esta web..
PILAR - MADRID
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