Anabelle
Esperando la llegada del fotógrafo que va a convertir tu hermoso dinamismo en provocadora y artística quietud, no puedes contener tu desbordante sexualidad. Y te recreas en tu cuerpo: oasis repleto de placeres.
Tus manos, inquietos pasajeros de la piel de los machos, comienzan a despertar sensaciones en tu propio cuerpo. A la vez te liberas de alguna ropa, en un deseo de auto satisfacción.
Todo lo que haces es sólo el preámbulo, lo sabes, del encuentro con tu extraordinario coño: mina explorada de diamantes líquidos, cuya veta jamás podrá ser extraída en su totalidad debido a su enorme capacidad de reproducción...
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