Experiencia homosexual inmejorable

Soy un chico de 22 años, estudiante de enfermería. Debido a que en estos estudios estás rodeado mayormente de mujeres y a que soy bastante bien parecido, siempre he llevado una vida sexual muy completa.

Pero la faceta que voy a relatar no tiene que ver con mis ligues de clase. Fue algo repentino que nunca pensé que pudiera ocurrirme. En cada curso de enfermería se han de realizar una serie de prácticas en hospitales, de modo que varios meses al año has de trabajar (sin cobrar nada, por cierto), en contacto con una plantilla médica determinada.

Debido a mi abierto carácter, mis relaciones con médicos y enfermeras son muy amistosas y afables, teniendo igualmente muy buena fama entre los enfermos.

Estaba realizando una cura a una mujer de avanzada edad cuando se acercó a mi un doctor, un hombre de unos 45 años, alto, de porte atlético. Me pidió amablemente si podía acompañarle para comentar unas medicaciones y diagnósticos. Mientras realizaba la cura el doctor no dejaba de observarme. No le di importancia, le acompañé al office mientras él alababa mi desenvoltura en planta y la forma de tratar a los pacientes.

Al llegar al office comentamos durante algún tiempo las medicaciones y otras cuestiones meramente laborales. De repente se dobló con una mueca de dolor en el rostro. Le pregunté que le ocurría, y él me contestó:

—De repente he sentido unos fuertes pinchazos en el bajo vientre. Llevo ya unos días con dolores, aunque no los he notado tan fuertes hasta este momento. Tendré que echarme un vistazo para ver de que se trata. Si me quieres ayudar, acompáñame a la sala de médicos un momento, por favor.

Asentí enseguida, y antes de disponerme a acompañarle avisé a la jefa de enfermeras de la causa de mi ausencia de la sala. Por supuesto no le comenté la naturaleza de los dolores del doctor.

La sala de médicos estaba totalmente vacía. Se acomodó en un diván y se dispuso a bajarse los pantalones rápidamente. Quedó desnudo de cintura para abajo. Pude admirar un miembro bastante grande, eso si en estado de reposo. El comenzó a palparse los testículos de manera puramente médica. Me comentó que tenía los testículos sumamente duros, y me pidió que corrobarara el diagnóstico. La verdad es que no tuve ningún reparo en hacerlo, ya que en esta profesión igual te da tocar un brazo, una polla, un coño o la espalda.

Mientras palpaba noté como él cambiaba rápidamente el semblante. Inocentemente le comenté, que encontraba sus testículos perfectamente duros, es decir de manera totalmente correcta. Fue aquí cuando comencé a darme cuenta de las intenciones del doctor. Aún así quise saber hasta dónde llegaba. Mis planes eran que al llegar a cierto punto le armara algún escándalo, así que continué haciéndome el memo un rato más.

Me comentó que no estaba conforme:

—Me parece que te has equivocado, ya que aún me duelen bastante y me los encuentro demasiado duros. De todas maneras podemos comprobarlos de una manera muy sencilla: déjame que palpe los tuyos y así podremos comparar.

Encontré la proposición bastante divertida, así que asentí con la cabeza. Me bajé los pantalones y los calzoncillos, dejándole ver mi poderosa polla y testículos.

Estiró la mano y comenzó a magrearme los huevos, aunque esta vez de manera un tanto diferente a la anterior. Pronto pasó de los huevos a la polla, y no pude evitar comenzar a empalmarme. El comentó divertido la jugada, y pude presenciar cómo su polla se empinaba rápidamente, alcanzando unas proporciones más que aceptables.

Por mi cabeza pasó la idea de armarle un escándalo, pero por otra parte estaba lo bastante excitado como para no pensar en nada más. De todos modos resolví la duda que me había planteado un amigo meses antes: si podría hacer el amor con otro tío. Entonces negué rotundamente que pudiera realizarlo, pero ahora me daba cuenta de que estaba equivocado.

Ya no hicieron falta más excusas para continuar, así que mirándome con una sonrisa en la boca, acercó ésta hasta mi polla, comenzando a chuparla. Pensé que me moriría de gusto. Con unos movimientos de pelvis hacía que mi polla entrara y saliera de su boca, y él con una maestría aprendida con la experiencia, movía la lengua de modo que te daba la impresión de que con cada lengüetazo se te escapaba el corazón por la polla.

Le avisé de que estaba a punto de eyacular, así que él se retiro. Terminé de desnudarme del todo, procediendo él también a quitarse el resto de la ropa que le quedaba puesta. De pronto, contemplando su espléndido cuerpo de marcados músculos de proporciones casi perfectas terminé de excitarme del todo.

Me hizo agachar hasta que quedó su polla a la altura de mi boca. No pude evitar el abrirla y tragarme su miembro hasta casi los testículos los cuales sobaba con la mano.

Se estiró en el suelo enmoquetado debajo de mí, de forma que realizamos un 69 perfecto. Nuestros cuerpos quedaron perfectamente unidos: seguidamente comenzó a lamerme el ano, de manera que los músculos de mi estomago se estremecían de la forma más placentera que jamás había soñado. Me animé a penetrarle con mis dedos a la vez que le hacía una paja con la otra mano y le chupaba con la boca. Primero eyaculó él en mi boca aunque su semen no me lo tragué (no por asco, sino pensando en hacer otras cosas). El sí que se tragó con glotonería el mío, girándose bajo mi cuerpo hasta que unimos nuestras bocas y lenguas, repartiéndonos su semen como bien pudimos. Estuvimos de esta manera un buen rato, ya que era un placer diferente al resto. La verdad es que no podía dar crédito a lo estaba pasando, ya que nunca había sentido inclinaciones homosexuales. A partir de este momento pasé a considerarme bisexual.

Sin descansar nada en absoluto se dedicó a lavarme todo el cuerpo, de modo que pude descubrir puntos en mí sumamente eróticos.

Al llegar a mi ano me lo ensalivó bien, y seguidamente mi dio su polla para que hiciera lo propio. Casi estuve a punto de hacerle eyacular en aquel momento, pero apartándose a tiempo colocó su polla en la entrada de mi culo. Comenzó la penetración de manera lenta y espaciada.

Sentí un poco de dolor aunque éste pronto se convirtió en un placer bestial. Cuando me di cuenta sus cojones golpeaban contra mis nalgas. Mientras, sus manos se dedicaban a masturbarme lenta pero efectivamente. Comenzó a agitarse de forma rítmica, y yo, para mayor placer de ambos giraba el culo. Antes de que pudiéramos darnos cuenta él eyaculó en mi interior. Sentí un caliente líquido que me mojaba los intestinos y me producía un placer inigualable. Seguidamente se dedicó a limpiarme con su boca, el ano de restos de su semen, todo esto sin dejar de pajearme. Me corrí en su boca, ya que la había colocado en aquel preciso momento.

No sé de dónde sacaba las fuerzas, pero mi polla seguía empalmada, no así la suya. Para lograr excitarle le chupé largamente su miembro, que presentaba un aspecto jugoso, repleto de semen y saliva.

En un momento estuvo empalmado de nuevo, instante que aproveché para ensalivarle el culo de forma muy profunda. Metí primeramente uno de mis dedos, pero pude comprobar que allí había mucho más, así que le metí dos, iniciando un movimiento rotatorio y de entrada y salida.

El comenzó a gemir, intentando apagar su voz, ya que podrían descubrirnos, aunque decía una serie de palabras que en otro momento me hubieran sonado a insulto y ahora me daban más placer aún. Seguidamente cambié los dedos por mi polla, repitiendo la acción que él cometió conmigo. Esta vez llegamos los dos a la vez al orgasmo, ya que al eyacular él su ano sufrió unas contracciones que me llevaron a un estado de éxtasis total. Me derramé en su interior en la eyaculación más larga que había tenido en mi vida hasta ese momento.

Aquí ya quedamos totalmente extenuados, y acomodándonos en el diván continuamos magreándonos mientras hablábamos de lo ocurrido y sus posteriores consecuencias.

De esta guisa estábamos cuando entró repentinamente otro doctor. Yo quedé francamente aterrorizado pensando en las consecuencias que podría acarrearme este encuentro (expulsión de la escuela y expediente cerrado), y que antes no me había siquiera planteado.

Cual no sería mi sorpresa cuando intercambió unas más que amables palabras con mi acompañante, mientras le tocaba el miembro y los testículos. Se desnudó rápidamente, y, mirándome a los ojos, sin decir nada, me introdujo su pene tieso en mi boca. No pude evitar mamarla con todas las ganas del mundo y sobarle los huevos y ano con las manos. Mientras mi acompañante se colocó detrás del visitante y le penetró de una manera brusca y contundente, de forma que soltó un grito mal reprimido mientras su boca sonreía placenteramente.

A partir de ese momento realizamos todas las combinaciones posibles a realizar entre tres hombres: mientras yo penetraba a uno, éste penetraba a otro y mientras, nuestras manos y bocas tocaban y chupaban lo que se podía, etc.

A partir de este día nos encontrábamos en casa de uno o de otro para realizar nuestros «inocentes» juegos. No podía imaginar que una serie de respetables médicos fueran homosexuales y que mantienen una intensa vida sexual entre ellos. Tampoco podía imaginar que mi vida cambiara de una forma tan rotunda. Ahora tenso mis ligues femeninos con mis encuentros con médicos y enfermeras del hospital, ya que hasta ahora no ha intervenido nadie más.

La reunión más bestial que recuerdo fue cuando nos encontramos en casa de un médico nueve hombres de la plantilla del hospital al que iba a hacer prácticas. Nunca había pensado que la homosexualidad estuviera tan extendida, ni que padres de familia serios tuvieran tales inclinaciones. Este día realizamos una rueda perfecta, es decir, todos nos penetramos en circulo, llevando el mismo ritmo, hasta eyacular unos encima de otros. Incluso realizamos juegos muy eróticos: se colocan todos en círculo, y uno en el centro, con los ojos vendados, tiene que ir palpando todas las pollas asignando a cada una un número de acuerdo con el tamaño que se supone tendrá al empalmarse. Seguidamente tiene que empalmarlas todas con la boca y contar el número de aciertos. El perdedor será dado por el culo por el resto (bueno, por el culo, por la boca, y chupado por todas partes).

Otro juego consiste en jugar a las cartas, y quien gana ordenaría a uno que haga lo que se le antoje en ese mismo momento (tragar el semen de todos los asistentes casi a la vez, por ejemplo).

Después de todo esto, sólo sé que llevo una vida muy equilibrada y me siento muy realizado en todos los aspectos.

Hasta ahora no he contado a ninguno de mis ligues femeninos la doble vida que llevo, pero me he decidido a buscar una pareja o matrimonio con quienes compartir unos momentos inmejorables, y así experimentar la sensación de probar los dos sexos a la vez.

Espero volver a escribir contando mis experiencias futuras. Seguid adelante con vuestra página, a día de hoy, 17 de noviembre de 2023, no contáis con muchos relatos, es normal porque habéis empezado hace nada, seguro que en poco tiempo, vuestras secciones están repletas de historias tan cachondas como la mía.

ALBERTO - MÁLAGA


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