Soy el chulo de mi madre
En mi casa somos: mi padre, mi madre y yo. Hasta los 17 años no me fijé en mi madre, pero a partir de esa fecha empecé a notar lo hermosa y buena que estaba, y como es lógico empecé a hacerme pajas a su salud.
Poco antes de cumplir los 18 años a mi padre le hicieron jefazo de la empresa donde trabajaba y allí cambió todo. Desde ese momento para él su trabajo era lo único que existía.
Mi madre empezó a perder la paciencia, ya que no le hacía caso. No venía a comer, llegaba tarde, etc.
A los 18 años empecé a trabajar con él en la misma empresa y pude comprobar que era un negrero, eficiente 100 por 100, pendiente de todo, pero inaguantable.
Un día discutieron y mi madre al final de la discusión le dijo:
—Me voy a echar un chulo, cabrón, que me va a joder y me va a sacar el dineral que tu ganas.
Yo me quedé con la copla y un día que tenía sobre la mesa una manta doblada para plancharla y mi padre había llamado diciendo que no venía a comer, me tomé dos cubatas, me quedé con el slip y la dije:
—Mamá, mira que pecho y que brazos tengo ¿crees que servirán para hacer de chulo?
—Pero Raúl ¿qué dices? ¿No pensarás meterte en esas cosas?
—Sí mamá y voy a aprender contigo. Tu me enseñarás, así que quítate la ropa o te la rajo.
—Pero hijo ¿qué dices, cómo te atreves? ¡Si te viera tu padre!
—Ese cabrón tiene bastante con la empresa y con hacer dinero. Súbete la falda, o te pego dos hostias.
—Hijo, por favor, vístete y deja de decir tonterías.
Yo la vi que los ojos se le ponían cachondos. El slip estaba aumentando y no quitaba ojo de allí. Con la izquierda la subí la falda y con la derecha: plaf, plaf, la di dos sopapos en el chocho. Tenía las bragas húmedas.
—Hijo no puedes hacer eso, que me haces daño. No me rompas la ropa ¡qué te iba a decir tu padre!
—Le dices que te ha violado un chulo y que le has pagado. Tendrás que darme esas tres mil cucas que hay ahí.
La bajé las bragas, ella se quitó la falda y la subí encima de la mesa. Le puse un pie en cada silla y la cabeza de la polla entró de golpe en el chumino.
—Raúl, quítame esa cosa que me has puesto ahí.
—Quítatela tú.
Me cogió el bergajo por el tronco. Yo la tenía clavada, dura como el hierro. Ahuequé un poco, la sacó y se dio en la pipa. Le dio un escalofrío, la bajó y se la metió dentro.
—Hijo, qué canalla eres, mi cuerpo está contigo no puedo hacer nada, eres demasiado fuerte para mí.
—Te la voy a clavar y te vas a mover como yo te diga. La agarré del pelo y la metí la lengua en la boca.
—Me haces daño en el pelo, suéltame y haré lo que tu quieras, me violarás, me follarás pero será a la fuerza.
—Mamá, qué rica estás, cómo disfruto de tu chocho, y tú estás cachonda perdida. ¿Porqué no lo habrás hecho antes así?
—Hijo, eres un sinvergüenza, un canalla ¡pero qué macho para mi cuerpo! Mi chocho pide que me violes, aunque sea a la fuerza, hijo ¡que me viene!
—Que te viene mamá, que yo me corro y te voy a echar un polvo.
—Me viene el gustazo hijo, y quiero la leche, tu leche, cabrón, chulo, hijo de puta, jódeme, jódeme...
—Mamá te lo echo, ¡me corro! ¡Tía buena, hermosota ¡qué polvo te estoy echando!
—Que me viene hijo, échamelo, todo para mí, así, asíii...
Cuando terminé me quedé helado. Ella estaba con los ojos en blanco, así que me di la vuelta y me fui.
Los siguientes días no me dijo nada, ni hablamos una palabra del asunto, pero a los cuatro días yo estaba en mi habitación y ella me llamó. Tenía la manta sobre la mesa como el día de marras. No llevaba más que la bata y se la veía todo.
—Raúl, hijo mío, lo que hicimos el otro día no está bien, debemos olvidarlo. Tú eres muy joven, estabas muy caliente y yo muy abandonada de tu padre por su trabajo, eso justifica todo.
—Mamá, deja el rollo y vamos a putear.
—Hijo, por favor, no empieces, no te desnudes, ¿no te da vergüenza hacer esto conmigo?
—Vamos a ver, ¿cuánto tienes hoy, dos mil cucas?, buenas son. Siéntate en la mesa, putona ¿o quieres que te dé de hostias?
—No, déjame, me defenderé, te pegaré para que me dejes.
Empezó a pegarme en los brazos. Saqué pecho y molla, la levanté la falda. ¡Madre mía, estaba sin bragas, qué chocho! La di tres sopapos en el chichi, que estaba ya mojadito.
—Raúl eres un canalla, no puedo contigo, me duelen las manos de pegarte y tú ni te enteras. Si me haces algo será a la fuerza, y eso es de chulos.
La coloqué encima de la mesa y estaba el chocho tan bonito que empecé a besarle y comerme la pipa. Ella se movía y suspiraba, cachonda perdida.
—Raúl, hijo ¿qué me haces? ¡Qué bueno, tu lengua me mata! No me lo han hecho nunca, cabrón. Me voy a correr. Viólame, aprovecha que eres más fuerte que yo y móntame, clávamela, jódeme hijo.
—Sí, mamá, muévete así como las putas.
—Cabrón que me viene el gusto, chulo, fóllame, así, así... ya, ya, ¡oh!
—Yo estaba entero así que seguí moviéndome despacito.
—Vamos, nena, muévete, que ahora me toca a mí saborearlo y joderte a placer. La próxima vez, me la vas a chupar tu a mí y te la voy a meter hasta la garganta. Vas a putear a tu hijo, cabrona, zorra.
—Sí hijo, haré lo que tu quieras, te la mamaré pero espérame que me estoy poniendo cachonda otra vez. ¡Qué puta soy!, chulo, cabrón que bien jodes y yo me voy a correr dos veces con la picha dentro. Hijo que me viene, córrete conmigo.
—Sí, mamá, ya no puedo más. Que me corro en tu chocho y te echo la leche, ya, ya...
—Empuja fuerte. ¡Qué gorda la tienes madre mía, cómo me estás jodiendo amor, que me viene, ya, ya...
A los tres días vino a mi habitación con la bata sólo.
—Raúl, hijo, yo creo que deberíamos dejar de hacer esas cosas porque no están bien, a pesar de que tu padre se merece los cuernos porque es un cabrón.
—Sí, mamá pero ahora me la tienes que chupar, ¿cuánto dinero tienes?
—Pero hijo, no seas chulo, no está bien que me quieras chulear.
—Venga, saca la pasta y empieza a chupar, zorra, puta, mamona.
Yo estaba sentado en la cama, la arrodillé y se la metí en la boca. ¡Qué cabrona, cómo chupaba la mamona, qué bien lo hacía!
—Hijo, qué buena está tu polla, pero yo estoy cachonda perdida ¿porqué no me la metes en el chocho y me echas la leche? Anda hijo, anda.
La tumbé en la cama y nos liamos a joder.
—Métemela hijo, métemela hasta los cojones, qué buena, córrete encima de mí. Con lo grande que eres y qué poco pesas, cabrón, follame que me voy, que me viene ya.
—Mamá vas a ser mi puta toda la vida. ¡Cómo te estoy jodiendo! ¡Qué gusto me viene!
—Macho empuja, que picha más rica, cómo me corro, ah, ah...
—Mamá, a partir de ahora cada tres días te joderé y me pagarás dos o tres mil cucas, y te chuparé el chumino y tú a mí la polla y te daré por el culo y tendré la polla en el chumino como ahora el tiempo que quiera.
—Sí hijito, haré lo que tú quieras, te daré el dinero que quieras, me darás por donde quieras, pero por favor no hables ahora y jódeme, que la tengo dentro cabrón y quiero joder, hijo de puta, fóllame.
Mi madre es la mejor que hay. Vivimos divinamente, somos felices porque mi padre con este cambio vive a las mil maravillas ahora nadie le molesta.
RAUL - MADRID
Si te ha gustado y quieres leer otros contenidos parecidos a Soy el chulo de mi madre puedes visitar la categoría Amor Filial.
Deja una respuesta
Estas historias te pueden gustar