El topless de mi hermana
En esta sociedad hay un sector de lectores que les gusta leer y escribir sobre «incesto»; y hoy por hoy milRelatos es de las pocas páginas que trata el tema.
La palabra incesto es mágica y pone cachondo a cualquiera, tal vez porque resulta un tabú, una cosa prohibida. Pero sé que mucha gente lo practica, sin que nadie lo sepa. Se excita uno más al pensar en las tetas de su hermana o en el culo de su hija que viendo topless en las playas, ya que eso ni siquiera hace levantar la polla. Hablando de todo un poco os voy a contar cómo empecé a joder con mi propia hermana. Espero que publiquéis mi testimonio.
Ocurrió hace más de seis años, cuando el topless en las playas de España empezó como una moda durante un verano que pasé con mi familia. Recuerdo que nos fuimos a Torremolinos a pasar las vacaciones. Mi padre tenía 50 años; mi madre, 48; mi hermana, 18; y yo, 20 recién cumplidos.
Aquello estaba repleto de extranjeros y extranjeras, y apenas se veían españoles. Las tías se ponían con las tetas al aire a tomar el sol. Las había jóvenes, viejas, gordas, feas y guapas. Total que me puse morado viendo tetas por todas partes.
En principio, por la novedad, me gustó mucho contemplar las tetas a mi alrededor; pero al final, me harté tanto que ya hasta dejé de mirar.
Un día, mi madre nos dijo que tenía la piel muy quemada de tomar tanto el sol, por lo que se quedaba en el apartamento. Mi padre prefirió seguir al lado de ella para que no estuviera sola. Yo creo que esto fue un pretexto. Lo que querían era que nos fuéramos nosotros a la playa para que ellos pudieran joder a gusto.
Cuando mi hermana y yo llegamos a la playa, cogimos dos hamacas; luego, nos metimos en el mar, queriendo nadar un poco como todos los demás.
Por casualidad, saltando en el agua, a mi hermana se le salió una teta del bikini. Ella no se dio cuenta; sin embargo, yo me quedé boquiabierto, ya que nunca había supuesto que ella tuviese un cuerpo tan fenomenal. Os lo juro que había visto muchas tetas en la playa; pero como las de mi hermana ninguna.
Me quedé orgulloso y satisfecho de que ella fuese de mi familia. Lo que sucedió fue que no respeté este lazo que nos unía, y mi polla se rebeló apuntando hacia ella. En el bañador mojado se notaba mucho el bulto; y se dio cuenta, por lo que me dijo:
—¡Vaya, hermano, cómo te has puesto viendo extranjeras!
—No han sido ellas, ¡sino tú con esas tetas tan hermosas!
Entonces, ella se dio cuenta de que tenía la teta fuera y, enseguida, se colocó el bikini. Pero ya estaba muy roja de vergüenza. Cuando volvimos a las hamacas, le dije que eran las mejores tetas de la playa y que debía tomar el sol en topless como hacían las extranjeras.
—Te aseguro que no diré nada a nuestros padres —añadí.
Ante mi insistencia, ella al final se quedó en topless; y pude contemplar sus hermosas tetas, tan redondas y firmes. Poco después cogí un frasco de crema y empecé a aplicársela; primero por los hombros; luego por la espalda; y, seguidamente, por los brazos.
No pude resistir la tentación de tocar las tetas; y comencé a darle masajes en ellas como lo hacían algunos extranjeros con sus mujeres, novias o lo que fueran. Esto debió gustarla mucho a mi hermana, ya que empezó a gemir. Yo tenía el bañador que se rompía.
Cuando llegamos al apartamento nuestros padres ya estaban arreglados y listos para ir a dar un paseo y, luego, a cenar y a bailar. Lo que supuso que no regresarían hasta muy tarde. En el momento que se marcharon mi hermana se fue a la ducha para quitarse la tierra que traía de la playa. Yo, que estaba muy cachondo, no pude esperar más y me metí en el cuarto de baño con ella.
Se resistió y me dijo que eso no estaba bien, que era «incesto», etc. Pero yo le contesté que olvidara la relación de hermanos, que en aquel momentos éramos una mujer y un hombre con ganas de joder.
Así que le toqué las tetas de nuevo, como si fuera masa de croquetas y chupé sus pezones igual que hacía con los caramelos. Ella en seguida se puso cachonda; y me agarró la polla y empezó a hacerme una paja.
Yo no quería correrme tan pronto; así que me arrodillé y me entregué a chuparle su hermoso coño casi sin pelos y salado del agua del mar. Como mi hermana no podía aguantar más, se echó en el suelo y abrió bien las piernas para que yo pudiese meter mi estaca en su raja.
Ya nos entregamos a joder como locos y, justo cuando iba a correrme, saqué la polla y la llevé hasta su boca. Ella empezó a tragar mi leche como una sedienta.
Una vez recuperados, nos metimos en la cama y empezamos de nuevo, con un «69» para terminar con una gran follada.
A partir de aquel momento ya no dejamos de joder. Mi hermana tiene novio; y yo salgo con una chica; pero, de vez en cuando, les dejamos plantados y nos vamos solos a algunas discotecas o pubs, donde nos toman por una pareja de novios. Allí nos besamos y magreamos.
Me gusta besar a mi hermana en la boca y, en ocasiones, el contacto se prolonga durante cinco o diez minutos. Esto nos pone cachondos; y terminamos jodiendo en el coche o en algún hotel. Por supuesto, cuando no están nuestros padres en casa, pasamos todo el día jodiendo.
Nunca dejaremos de hacerlo, porque somos hermanos y el «incesto» es mágico.
MIGUEL - MADRID
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